martes, 23 de febrero de 2010

Recordando a Carlos Victoria


Recordando a Carlos Victoria...
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...de la mano de otro bun escritor cubano



CARLOS VICTORIA
Por José Abreu Felippe


Ytal día hace un año, solía decir mi madre aludiendo a la muerte como algo inevitable y a que pronto los muertos se van quedando atrás. Comienza un cumpleaños de muerte mientras la vida sigue imperturbable, ajena, camino del olvido. Hoy cumple Carlos Victoria un año de muerto y yo no me he acostumbrado, no me hago a la idea de que está muerto. Tal vez porque todo sucedió tan de repente y no hubo oportunidad para una despedida.
A veces son las cuatro de la tarde y estoy en la terraza, un auto pasa y me parece que lo voy a ver cruzando la calle, encogido, con un libro en la mano o bajo el brazo; que alza la cabeza, saluda y me grita algo. Esa sensación apenas dura un segundo, enseguida me digo que Carlos no volverá a cruzar la calle, que está muerto. Y es que no hacía tanto que allí mismo me contaba el desarrollo de su más reciente proyecto, una novela monumental --mil páginas por lo menos, me decía--, una saga familiar donde, desde luego, él se volcaría como había hecho siempre. La propia vida disfrazada de novela, como suele ocurrir con casi todos los grandes escritores. Quizás porque es necesario hablar de lo que se conoce bien y, ¿qué se conoce mejor que a uno mismo? No se puede inventar nada, todo está inventado desde tiempos bíblicos, Eclesiastés, I,5. El único material nuevo, original e irrepetible, es uno mismo, y ese descubrimiento, que tampoco es novedad, nada tiene que ver con el narcisismo, el figureo o la autocomplacencia. Porque estos últimos son sólo pantalla, humo, vanidad; y desnudarse duele.

Carlos era un hombre sencillo, siempre preocupado por la familia. Un hombre joven, retraído, maniático como todos los solitarios, celoso de su tiempo y su privacidad, pero amigo de sus amigos. Un lector obsesivo, un hombre culto que hablaba varios idiomas, que amaba la música clásica y el cine de autor. Yo lo escuchaba leer con esa cadencia muy particular que le imprimía a las palabras; veía como los ojos le brillaban mientras que con su letra redonda, casi infantil, escribía cuartillas y cuartillas. No pudo ser. Quedaron unas pocas páginas que se publicaron en una revista y que nos mostraban un Carlos Victoria renovado, en control absoluto, dueño de unos recursos expresivos que prometían paisajes deslumbrantes. En fin, para qué seguir con lo que no fue. Es mejor mirar a lo que nos dejó, una obra sólida que, estoy seguro, vencerá el olvido que impone la muerte.

Es muy pronto aún, ésta no es la ocasión, ni yo la persona indicada, para una valoración definitiva de su obra. Sé que se hará, que es probable que ya se esté haciendo. Que sus libros se agotarán y volverán a editarse. Y se seguirán traduciendo a otras lenguas. De momento, mientras las aguas tomen su nivel, y tanta tontería oportunista y hueca, ahora aupada, ocupe el lugar que le corresponde, en este primer aniversario de su muerte, pienso que lo mejor que podemos hacer, sus amigos, los que no fueron sus amigos pero lo conocieron, le escucharon algún día leer y tal vez le admiraron, y todos los que aún aman los libros y la buena literatura, el mejor homenaje, la prueba de que en realidad sigue vivo, es leer a Carlos Victoria. Con ese único fin es que enumero aquí algunos de sus principales libros: Las sombras en la playa (1992), Puente en la oscuridad (Premio Letras de Oro 1993), El resbaloso y otros cuentos (1997). Y, sobre todo, La travesía secreta (1994), novela impresionante --y apasionante-- que recoge toda una vida y toda una época. De obligada lectura.

Carlos Victoria (Camagüey 1950, Miami 2007) es, y quiero hablar así, en presente del indicativo, uno de los escritores más importantes de su generación, que es la del Mariel. En Cuba fue pateado y toda su obra incautada por la policía. Ahora, junto a sus amigos Reinaldo Arenas y Guillermo Rosales, me lo imagino, en este primer aniversario --del otro lado de la estrella fugaz--, repitiéndome, recordándome, la única premisa que debe tener presente todo creador, la única filosofía posible: ¡No te detengas!


jabreu@miamiherald.com

[Procedente de "El Nuevo Herald"]
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...seguiré en otros posts dando referencia de diversos libros de Crlos Victoria que forman parte de mi Biblioteca cubana...

+ Libros de Carlos Victoria en mi Biblioteca:
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LA RUTA DEL MAGO
de Carlos Victoria

En La ruta del mago, con el fondo de un mundo a punto de desaparecer, un niño precoz se vuelve adolescente mientras los adultos a su alrededor se despedazan en batallas políticas y pasionales, en un momento peculiar de Cuba. Abel, cobrador y alcahuete, conoce en sus andanzas por la vieja ciudad de Camagüey a seres inolvidables que cambiarán su vida: gente pequeña, marginal, atrapada en un ineludible laberinto histórico, cuyo drama pone al descubierto el reverso de los cantos triunfales del poder.

Victoria elabora en su nueva novela una espléndida trama, donde se conjugan, en una prosa repleta de recursos, la crueldad, la violencia, el goce, el desengaño y la compasión.

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EL RESBALOSO Y OTROS CUENTOS
de Carlos Victoria


En El resbaloso y otros cuentos, tres escritores exiliados se aman y se odian mientras caminan en la cuerda floja de la ficción, la vida y la muerte; un exhibicionista (tal vez endemoniado, tal vez justiciero) aterroriza una Habana fantasmal, donde las pesadillas terminan por imponerse; un joven drogadicto se hace trizas ante la mirada imponente de un amigo; un sereno de Camagüey descubre, no sólo un misterioso cadáver, sino el enigma de la relación entre padres e hijos; un hombre solitario vive para los signos de la pornografía; un novelista de un barrio pobretón de Miami entra en combate con sus personajes; un enfermo de sida deja al morir una inquietante herencia...

Victoria narra con lenguaje luminoso siete historias sombrías de la isla y el exilio.
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Otros libros de Carlos Victoria:
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Publican nuevo libro de Carlos Victoria


En tres novelas cortas y tres cuentos, el autor explora los laberintos de la condición humana en la Isla y el exilio.

El libro El salón del ciego, del escritor cubano Carlos Victoria, ha sido publicado en Miami por Ediciones Universal, como parte de la Colección Caniquí.

En tres novelas cortas y tres cuentos, Victoria explora los laberintos de la condición humana tanto en la Isla como en el exilio: un padre y un hijo que no se conocen coinciden por azar en un bar clandestino en la casa de un ciego, en el momento en que estalla en Cuba el éxodo del Mariel; dos hombres y un niño viven una intensa aventura en Filipinas, que cambiará el destino de los tres; dos hermanos, marcados por la desaparición del padre, se vuelven víctimas de espejismos y trampas a ambos lados del Estrecho de la Florida; un juerguista relata sus extrañas siestas en un Camagüey fantasmagórico; un secreto une y separa a un joven y un anciano; el amigo de un presunto suicida debe dilucidar un inesperado enigma.

Victoria (Camagüey, 1950), quien recibiera recientemente un homenaje por toda su obra, ganó en 1965 el premio de cuentos auspiciado por la fundación de la revista El Caimán Barbudo. En 1971 fue expulsado por "diversionismo ideológico" de la Universidad de La Habana.

En 1978 fue arrestado por la Seguridad del Estado cubana y todos sus manuscritos confiscados, y en 1980 abandonó la Isla durante el éxodo del Mariel. Desde entonces sus narraciones han aparecido en revistas y antologías de Estados Unidos, Europa y América Latina.

En 1993 le fue otorgada la Beca Cintas y el Premio Letras de Oro de Novela.

Ha publicado los libros de relatos Las sombras en la playa (1992), El resbaloso y otros cuentos (1997), y las novelas Puente en la oscuridad (1993), La travesía secreta (1994) y La ruta del mago (1997).

El resbaloso se publicó en francés con el título de Le glissant (1998) y La ruta del magoapareció como Abel le magicien (1999). La traversée secrète (2001) fue seleccionada como la mejor novela del mes de noviembre de 2001 por el Jurado del Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia.

La editorial Aduana Vieja, de Cádiz, sacó a la luz en fecha reciente una antología de su cuentística, titulada Cuentos (1992-2004), con prólogo del narrador Luis Manuel García.

Considerado por la mayoría de los críticos como uno de los mejores narradores cubanos contemporáneos, Carlos Victoria residió en Miami, donde trabajó como redactor del periódico El Nuevo Herald.

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Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
J. Martí

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