martes, 23 de febrero de 2010


Un libro que NO hace falta leer...
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La paz en Colombia



¡¡QUE PLOMAZO!!

Los voy a salvar de leerse el libro de Fidel Castro La paz en Colombia. Es inaguantable, salvo para especialistas. Los miembros del secretariado de las Farc sí deben leerlo, como un acto de responsabilidad revolucionaria, pero a los guerrilleros rasos ni se los muestren: se quedarán dormidos en la guardia.

El libro es un reencauche senil de varios escritos. Nos zampa enteros dos trasnochados discursos de La Habana contra el imperialismo yanqui. Cita pedazos de la obra de Arturo Alape, desde que 'Tirofijo' inició su vida revolucionaria en las autodefensas liberales con 17 primos hermanos, y recoge en el último capítulo reflexiones sobre el Caguán escritas por el ex presidente Andrés Pastrana.

Pierde su tiempo el lector si busca el libro siquiera para darse la satisfacción de leerle a Castro una contrición contra el método del secuestro. "Nunca estuve de acuerdo con la captura y retención de civiles ajenos a la guerra", dice al respecto, pero ni siquiera por razones de humanidad: "Los prisioneros y rehenes les restan capacidad de maniobra a los combatientes".

Tampoco se salvan como interesantes los documentos que Castro desclasifica en el libro. Nos pasea por unos insulsos diálogos con varios jefes guerrilleros colombianos, desempolva segmentos de los Cuadernos de campaña de 'Tirofijo', en los que este sostiene (?) que a Marquetalia la bombardeó el Ejército colombiano con napalm y la bacteria de la viruela negra. Y publica detalles sobre su colaboración en la resolución de los secuestros de los hermanos de los ex presidentes Belisario Betancur y César Gaviria, que seguirán inéditos por caóticos e ilegibles.

Solo son rescatables los informes con los que su emisario, José Arbesú, registró el proceso del Caguán. En una conversación privada de diez horas en la que sólo permitió la presencia de 'Raúl Reyes' y sacó a todos los demás miembros del secretariado, 'Tirofijo' le reveló a Arbesú que no tenía la más mínima intención de pactar un cese del fuego. Planeaba utilizar el paréntesis del Caguán en "estructurar el movimiento clandestino de las Farc y las milicias bolivarianas para ir acercando los frentes guerrilleros a las grandes ciudades", a las que, según él, la revolución no había logrado penetrar por las torpezas del Partido Comunista. Para dar el "golpe final" contaba con el desprestigio del gobierno de Pastrana y con "tomarse el poder en Caquetá, Putumayo y Meta, y en el norte mantener cercadas y bloqueadas a las grandes ciudades".

Los testimonios del libro le sacan al lector un par de sonrisas; por ejemplo, cuando Castro revela que surtía a 'Tirofijo' con las famosas pastillas PPG cubanas, "buenas para las várices, circulación, colesterol y funciones sexuales". O con esta curiosa reflexión de 'Tirofijo': "El guerrillero no tiene para qué pararles bolas a los aviones, porque si no no ve cuando el enemigo de tierra avanza".

¿Qué propósito tiene el libro de Fidel? No acierta en la oportunidad, porque nunca como ahora el Gobierno, los colombianos y las Farc habían estado menos ocupados en la paz. ¿Pretende una tardía aclaración de que Cuba no exportó la revolución? ¿Que su ayuda fue a la búsqueda de una paz concertada y no al terrorismo? Si es para eso, la aclaración lo cogió muy gagá.

En el epílogo, Castro revela que este libro le costó 400 horas de intenso trabajo. El resultado es un esfuerzo que, para provenir de uno de sus modelos e instigadores, pocas luces arroja sobre 40 años del conflicto colombiano.

A las Farc les deja la siguiente reflexión final, a manera de epitafio: "Un luchador verdaderamente revolucionario jamás debe deponer las armas. Así pensaba hace 55 años. Así pienso hoy".

¡SE ME OLVIDABA! Ha ganado todas las elecciones en la Corte. ¿No merece Camilo Gómez el honor de ser elegido como su candidato a Procurador?


María Isabel Rueda

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Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
J. Martí

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