sábado, 4 de agosto de 2018

El beso esquimal




Queridos lectores/as: Aquí me tienen una vez más, en mi cita semanal, en esta ocasión venciendo la terrible ola de calor que ´castiga estos días la península ibérica. Que mejor remedio que el reposo al pie de mi biblioteca cubana, a la sombra, acompañado de un te o un café con hielo y, claro está, un buen libro.  Sigo recomponiendo mi sección de la 'biblioteca Manuel Pereira', pues días atrás descubrí que es un autor que merece mejor y mayor atención.
   Esta vez le toca el turno a El beso esquimal. En esta novela se nos muestra al protagonista algo cansado de tanto viaje y en esta ocasión incluso agotado por tener que visitar su propia patria mediante un "permiso humanitario" de cuatro días. Imagínense ustedes la cruel situación de depender de un permiso de las autoridades para visitar el propio país que a uno lo vio nacer. Qué se puede esperar de unas autoridades que juegan así con los sentimientos humanos. Además de vivir con intensidad el propio sufrimiento por las carencias familiares, marca la breve estancia en la isla de nuestro protagonista el terror por sentirse vigilado y la obsesión -en forma de pregunta que da inicio al primer capítulo y se va repitiendo a lo largo de la obra-: ¿Me dejarán salir? Esta pregunta va martillando la mente del protagonista de esta novela hasta el final...
   ¿Quieren saber uds. el resultado? Acompáñenme en las peripecias que ha de pasar este sufrido buen hombre, pasando y leyendo.

EL BESO ESQUIMAL
Manuel Pereira

Textofilia Ediciones, 2015
Primera edición
México D.F.
www.textofilia.com
ISBN: 978-607-8409-03-7
183 páginas.

-De la contracubierta del libro-

   Manuel Pereira, en El beso esquimal, recoge la experiencia de un hombre que viaja hacia la tierra de la que partió hace doce años: la isla de Cuba, la vejez avanzada de su madre lo hace retornar al "país de los espejismos". Su llegada está acompañada por el pánico de quedarse atrapado y esa aprensión se mezcla con la constante sensación de estar siendo vigilado. Su patria se comporta ante él "como una ratonera" durante los cuatro días de permiso humanitario que le han otorgado las autoridades para visitar el país.

   No es sólo esa percepción de encierro lo que embarga al personaje de Pereira, sino también la diferencia entre lo que recordaba de su patria y lo que realmente era . La distancia, los años y las emociones tienden a poner a los seres queridos y a la cotidianidad perdida una pátina de dulzura y armonía que muchas veces se hace trizas en cuanto se les reencuentra. Una nación marchita y en caída moral tampoco ayudan mucho a aplacar la impresión de asfixia que recorre las páginas de este libro. "¿Logrará escapar?", nos preguntamos nada más comenzar a leer.
   Para llegar a la respuesta tendremos que sumergirnos en una realidad  -tan conocida como absurda-  en la que quedaremos atrapados nosotros mismos.
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Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
Ser culto es el único modo de ser libre.

       José Martí
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