viernes, 20 de agosto de 2010
PERDIDO EN BUENOS AIRES
En espera del gran acontecimiento de su publicación...
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PERDIDO EN BUENOS AIRES (otro fragmento)
En ese momento el trío comenzó a tocar una pieza que captó inmediatamente su atención. Lo que primero destacaba en ella era el sonido del bandoneón, que se extendió enseguida por todo el aire de la estancia. Como un incienso, se dijo Capablanca, dejándose llevar por él. Luego entró el piano, marcando el ritmo con sus teclas. Y enseguida se oyó el llamado del violín, que, acompañado por los otros dos, comenzó a descubrir los entresijos de una melodía capaz de arañarle el alma al más insensible de los mortales. Capablanca tuvo la sensación de que la había escuchado antes. Era como si aquellas notas desenterraran alguna zona borrosa de su vida anterior, un rastro aparentemente olvidado que subyacía en un rincón de su memoria. Mientras, la música continuaba llenando la sala, el bandoneón seguía desangrándose, el piano marcando el ritmo y el violín quejándose como un ánima en pena. Estaba claro que era la primera vez que oía aquello; pero, así y todo, le producía la impresión de algo que hubiera estado siempre agazapado en un recodo del camino, esperando la ocasión para saltarle al cuello. ¿Por qué así, después de todo? Illa notó su desconcierto y le preguntó qué le ocurría.
-Nada, es esa música, que me parece conocida, aunque sé que es la primera vez que la oigo. ¿La conoce usted?
-Claro. Es La Cumparsita. Un tango que se está oyendo mucho en los últimos tiempos, aunque dicen que es bastante más antiguo.
-Me recuerda alguna canción cubana. Quizás una habanera…
-Puede ser. No sé si sabe que la habanera está en los orígenes del tango.
-He oído decir algo; pero, sinceramente, no sé mucho de eso.
Entonces los dos hombres callaron. Entretanto, los acordes de La Cumparsita siguieron un buen rato saliendo del estrado. Partían en suaves oleadas desde los tres instrumentos, se mezclaban en el aire con una armonía perfecta y llenaban de música todo el espacio en derredor. Capablanca los disfrutó en silencio hasta el final. Cuando la pieza concluyó, los comensales aplaudieron, y los músicos agradecieron con un gesto al público y dejaron a un lado los instrumentos. Luego se retiraron en dirección al bar.
-Increíble.
-Veo que le ha gustado –dijo Illa, sonriendo satisfecho.
-Sí, mucho. Creo que ese tango dará mucho que hablar.
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[Tomado del blog de Antonio Álvarez Gil]
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Tenemos BUENAS NOTICIAS; a través del blog de Antonio Álvarez Gil, de que -¡Por fin!- su esperada novela PERDIDO EN BUENOS AIRES, será publicada a finales de septiembre.
Todos sus lectores la estaremos esperando (im)pacientemente.
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