[Edición española, original de 1933]
Querid@s lectores/as: Una emoción incontenible a invadido mi 'biblioteca cubana'. Si llevo unos días, durante esta semana, atesorando 'pequeñas joyas literario-histórico-cubanas', la joya bibliófila de hoy (según mi gusto) viene a satisfacer todas mis expectativas lectoriles durante este año. Los lectores/as y amantes de la Cultura cubana comprenderán perfectamente mi pasión, dado que este ejemplar brilla con luz propia.
Considero Martí el apóstol de Jorge Mañach la obra cumbre de su este autor y, con toda probabilidad, la mejor biografía escrita sobre José Martí.
Hoy esta humilde biblioteca cubana se viste de gala con esta obra para proclamar a los cuatro vientos: ¡¡Pasen y lean!!
(Este escrito no proviene del libro, que fue publicado en la década de los 30 del pasado siglo. El siguiente artículo es de fecha posterior:1949)
Permítanme pues -a modo de homenaje- ofrecerles aquí un extracto de un artículo de Don Jorge Mañach titulado:
"SI MARTÍ LEVANTARA LA CABEZA"
¿Qué pensaría, si levantase la cabeza, si pudiese contemplar el espectáculo de esta patria corrompida... esos turnos sucesivos de gobernantes ineptos, o disolventes, o superficiales o ladrones... esta politicada de aventureros y negociantes... esos farsantes de virtud que se le titularon herederos para mejor defraudar otra vez la esperanza rediviva de su pueblo y se fueron cargados de millones y cinismo?... ¿Qué diría el profesor de ternuras si viese esta violencia rampante y logrera, que una siniestra complicidad pone a cundir por las calles, y ese tesoro de la República desvalijado, y ese Congreso vendido, y esas clases que miran solo a su propio interés de utilidades y jornales?... ¿Qué diría el Maestro si viese las aulas compradas, el magisterio comodón, analfabeto todavía el campesino, los institutos hechos criaderos de revuelta, la Universidad distraída de sus tareas grandes por el menester externo, los jóvenes de porvenir estable yéndose a aguar el sentimiento patrio en el Norte, y toda la juventud que se queda en casa, o casi toda, minada por el descreimiento que el descrédito engendra, por la frivolidad que la irresponsabilidad autoriza, por el utilitarismo a que la venalidad da ejemplo?... ¿Qué diría si viese que nuestra economía, mal afirmada aún en la tierra, está todavía a la merced de guerras y de indulgencias de fuera; que nuestra libertad se parece demasiado al "libertinaje", sin que muchos cubanos puedan aún "pensar y hablar sin hipocresía"; que la ciudadanía, encallecida y apática, se encoge de hombros y no acaba de ver por ninguna parte un hombre de talla creadora?... ¿Pensaría aún el Maestro que Cuba estaba no más que "sudando su calentura", o, por el contrario, la vería ya enferma hasta la misma entraña?
Con estos angustiosos pensamientos -nacidos de la perspectiva de esta semana martiana- tardé mucho en dormirme. Era esa penumbra borrosa, entre la vigilia y el sueño, donde la última imagen, la última idea, se queda insistiendo en la conciencia con una constante percusión... ¿Qué diría Martí?... ¿Qué diría Martí?... Perezosamente se dibujaban a veces las alternativas, pero siempre como suspensas en el gancho de la interrogación: ¿Doblaría el Maestro la cabeza para sumirse otra vez en el sueño de su gloria personal? ¿O apelaría a los caracoles de las playas para llamar a rebato a los indios muertos?
Hasta que al fin vino el sueño -un sueño incoherente, como todos, y, sin embargo, curiosamente razonador a trechos... Sí, yo creo que haría eso todavía, que lo haría otra vez, que volvería a dar aldabonazos en la conciencia del cubano. Porque a aquel hombre no se le agotaba la fe, y era, además, de los que pensaban que la queja era una prostitución del carácter...
En ese desmedido narcisismo de los sueños, donde parece que se nos ensancha el propio ámbito hasta hacerse capaz de darle cabida a voces ilustres, escuchaba a Martí repetir, con voz sorda y ahogada por la ira, aquellos versos suyos: ¡Oh, qué visión tremenda! ¡Oh, qué terrible procesión de culpables!
Pero enseguida le veía como renacer en su propia fe y ternura, para decirnos, con una seguridad maravillosa, que no era verdad que todo su pueblo estuviera enfermo, sino que el pueblo sano se había dejado caer en manos con garras. Férvidamente hablaba de los muchos hogares, de las incontables oficinas y talleres, de los coloquios innúmeros en que todavía se escucha la voz dolorida de los cubanos de conciencia... A veces parece que se resignan desesperadamente y hasta que sonríen de la común vergüenza; pero es la manera que el cubano tiene de disimularse a sí mismo su bochorno y su ira... Lo que pasa es que se les ha vuelto pasiva la indignación. Se han olvidado de que cuando hay muchos hombres sin decoro, es necesario que otros tengan -y que tengan en activo- el decoro que a los demás les falta.
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[Escrito en 1949, pero tristemente valedero para nuestra Cuba actual]
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Aquí tienen esta joya de la bibliografía cubana de todos los tiempos:
MARTÍ EL APÓSTOL
Jorge Mañach
Editorial Espasa Calpe
Bilbao / Madrid / Barcelona /
España.
Colección:
Vidas españolas e hispanoamericanas
del siglo XIX
Primera edición: 1933
Precio: 5 pesetas.
319 páginas.
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[Libro conseguido mediante Amazon - España y a la librería Crapze. Buena gente que se dedica a almacenar y cuidar de estos verdaderos tesoros bibliófilos.]
crapze.com
A su disposición en C/ Asia, 13 B, Badalona (Barcelona) España. Telf. 933.995.349
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Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
Ser culto es el único modo de ser libre.
José Martí
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1 comentario:
Me encanto el escrito de 1949 fue una visión para la Cuba futura la misma visión qué tuvo José María Vargas Vila al venir a Cuba y ver con sus propios ojos la desfachatez como todos buscaban dinero a costa del sacrificio de el apóstol cosa qué lo disgusto mucho y se fue de Cuba abochornado y jamás volvio
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