martes, 25 de septiembre de 2012

Cuba: Crónicas de la Guerra




Querid@s lectores/as y estudios@s de nuestra Historia: 

   Ha sido una tarde históricamente apasionante, donde las estanterías de mi 'biblioteca cubana'  han ido quedando bien provistas, de los libros que a mi me gustan, para cuando arrecien tiempos de sequía librera.
 Si me quieren acompañar... ¡¡pasen y lean!!

CUBA: CRÓNICAS DE LA GUERRA
José Miró Argenter

Instituto Cubano del Libro
Editorial de Ciencias Sociales
La Habana, Cuba. 1970
762 páginas.

José Miró Argenter (1851-1925). Periodista de origen español, incorporado a la lucha por la independencia de Cuba desde el inicio de la Revolución de 1895 hasta su conclusión en 1898. Autor de uno de los diarios de campaña más célebres de esa gesta, Crónicas de la guerra, cuyo protagonista fue Antonio Maceo.

Nació en Sitges, Cataluña (España), el 4 de marzo de 1851. Cursó el bachillerato en Barcelona, donde se graduó en 1869. Hizo estudios de periodismo. En España participó en una de las últimas guerras carlistas, en la cual obtuvo el grado de teniente y el cargo de jefe de compañía. En 1874, mientras en Cuba acaecía la Guerra de los Diez Años, José Miró Argenter decidió trasladarse a la Isla, con el objetivo de establecerse definitivamente en la ciudad de La Habana.
Dos años más tarde pasó a la ciudad oriental de Santiago de Cuba, en la que tomó nueva residencia. El 8 de mayo de 1878 tuvo la oportunidad de conocer personalmente al mayor general mambí Antonio Maceo, en un banquete de despedida que se le ofreció antes de que abandonara el país, al finalizar la Guerra de los Diez Años.

Durante el período revolucionario cubano conocido como la Tregua fecunda o reposo turbulento (1878-1895), Miró Argenter se incorporó a algunas actividades conspirativas; así, participó desde la región oriental en el Plan Gómez-Maceo, desarrollado entre 1884 y 1886. Fue un conspirador activo en los años previos al estallido de Guerra de Independencia, nueva insurrección iniciada el 24 de febrero de 1895.

En esos años desarrolló una importante labor periodística en la provincia de Oriente, con la cual promovió la continuidad y el arraigo de los sentimientos patrióticos de los cubanos, con vistas al inicio de un nuevo estallido independentista. Por ello, y como consecuencia de un artículo suyo que apareció en La Nueva Era, fue desterrado de Santiago de Cuba con destino a Holguín, donde tuvo a su cargo la dirección de La Doctrina, en 1887. Hacia 1893 dirigió en Manzanillo El Liberal. Por la beligerancia de sus artículos de prensa fue condenado a prisión en Santiago de Cuba.

Al estallar en 1895 la Guerra de Independencia se incorporó a la lucha, con los grados de coronel, desde el primer día, al frente de un contingente de combatientes provenientes de la ciudad de Holguín. Intervino en acciones militares como las de Ciego La Rioja, Los Marcanos y Ojo de Agua. Una vez llegado Antonio Maceo -el Titán de Bronce- a Oriente, en expedición del 1o de abril del 95, le ratificó a Miró Argenter su grado de coronel, y lo incorporó de inmediato a su Estado Mayor.
En tal condición, el 13 de julio de 1895 participó en el célebre combate de Peralejo. Por su actitud de entonces fue propuesto para el grado de general de brigada. El primer Consejo de Gobierno, órgano civil y legislativo de la revolución, sancionó la propuesta de ascenso, y días después se le promovió a jefe del Estado Mayor de la columna invasora que dirigía Antonio Maceo con el objetivo de invadir el occidente de la Isla. El contingente inició su marcha el 22 de octubre de 1895, y Miró Argenter acompañó a Maceo de toda la campaña.

El 3 de diciembre de 1895 se destacó en el combate de Iguará. En la campaña de Pinar del Río lo hizo en los combates de La Lechuza, Cacarajíacara, El Rubí y La Gobernadora. Fue uno de los hombres que escoltó al lugarteniente general Maceo cuando cruzó la trocha militar española Mariel-Majana, al este de Pinar del Río, con el propósito de regresar al centro y el oriente para reunirse con el general en jefe Máximo Gómez.

El 7 de diciembre de 1896 resultó herido en el combate de San Pedro, en las cercanías del poblado de Punta Brava -en la provincia de La Habana-, donde cayó Antonio Maceo. A pesar de sus lesiones, Miró Argenter puso a buen recaudo, en El Cacahual, el cadáver de su jefe, así como los documentos del Cuartel General.

Un año antes había sido propuesto, por su conducta en el combate de Mal Tiempo (15 de diciembre de 1895), para el grado de general de división, que le fue concedido solo al final de la contienda por el segundo Consejo de Gobierno. Este hecho lo convirtió en el primer oficial que llegó a tal grado con carácter retroactivo en esa gesta.

Abatido moral y psíquicamente por la pérdida de su valeroso jefe, estuvo sin ubicación definitiva en el Ejército Libertador. Realizó frecuentes desplazamientos por las regiones de Camagüey y Manzanillo, donde mostró poca actividad hasta el fin de la contienda.

El 23 de enero de 1899, iniciada la Primera ocupación militar de Estados Unidos en Cuba, fue nombrado inspector del Departamento Oriental. También se desempeñó como secretario de la Junta Liquidadora del Ejército Libertador. Durante los primeros años de la república, residiendo en la ciudad de La Habana, se encargó del archivo del ejército mambí.

Dedicó varios años al ejercicio del periodismo y la historia. Dirigió en Manzanillo el periódico La Democracia (1898), y en San Luis trabajó como redactor de El Cubano Libre. En 1905 se hizo cargo en La Habana de Vida Militar, y colaboró en El Fígaro entre 1902 y 1918. Fue también periodista del conocido Diario de la Marina.

El mejor fruto de su quehacer intelectual fue la obra testimonial Crónicas de la guerra -publicada por primera vez en 1909 y con varias reediciones a lo largo del siglo XX-; una prolija relación de acciones militares y de sus experiencias personales, que escribió entre 1899 y 1909. Crónicas de la guerra constituye uno de los más valiosos e informativos diarios de la llamada literatura de campaña de Cuba, que narra y describe la acción invasora desde octubre de 1895 a enero de 1896, y la campaña en el occidente cubano del general Maceo, además de ofrecer una de las versiones más completas, a la vez que polémicas, sobre la caída en combate del Titán de Bronce. En sus páginas Miró Argenter consagró para la historia nacional la figura del bravo luchador oriental, contribuyendo a la construcción de la imagen de Maceo consagrada por la tradición. La obra es de lectura obligada para los interesados en el estudio de las guerras de independencia cubanas.

José Miró Argenter integró, en condición de miembro, la Academia de la Historia de Cuba.
Retirado de la vida pública y política, murió en la ciudad de La Habana el 2 de mayo de 1925.
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Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
Ser culto es el único modo de ser libre.

       José Martí
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