Apuntes de La Habana III

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CAMINO DE LA HABANA
Fragmentos literarios III



"La Habana está en mi imaginación y mi anhelo andaluces, desde niño. Mucha Habana había en Moguer, en Huelva, en Cádiz, en Sevilla. ¡Cuántas veces, en todas mis vidas, con motivos gratos o lamentables, pacíficos o absurdos, he pensado profundamente en La Habana, en Cuba! La extensa realidad ha superado el total de mis sueños y mis pensamientos; aunque, como otras veces al "conocer" una ciudad, la ciudad presente me haya vuelto al revés su imagen de ausencia y se hayan quedado las dos luchando en mi cámara oscura. Mi nueva visión de La Habana, de la Cuba que he tocado, su existencia vista, quedan ya incorporadas a lo mejor del tesoro de mi memoria".

Juan Ramón Jiménez
Mi diario poético, 1936-1937

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"No conozco calle más viviente -en el exacto sentido de la palabra- que la calle habanera. Y no se trata aquí de confundir viviente con pintoresco. Las calles andaluzas, los corsos marselleses, las avenidas de las ciudades mediterráneas pueden dar análoga sensación de vida. Pero esa sensación se afirma en función del pintoresquismo. Intervienen acentos, trajes típicos, sedimento -si bien lo analizamos- de tradiciones añejas. Nada semejante ocurre en La Habana. Hay barrios enteros que poseen un edificio antiguo capaz de otorgar decorado a una escena de vida popular. La gente aparece vestida con relativa uniformidad. Todo es moderno, actual... Y, sin embargo, la calle habanera se crea una nueva vida cada día. Se inventan comercios, industrias, humildes modos de buscárselas, con pasmoso poder imaginativo.

Alejo Carpentier
"La Habana vista por un turísta cubano"
Crónicas, 1939

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"Pero en La Habana había luces dondequiera, no sólo útiles sino de adorno, sobre todo en el paseo del Prado y a lo largo del Malecón, el extendido paseo por el litoral, cruzado por raudos autos que iluminaban veloces la pista haciendo brillar el asfalto, mientras las luces de las aceras cruzaban la calle para bañar el muro, marea luminosa que contrastaban las olas invisibles al otro lado: luces dondequiera, en las calles y en las aceras, sobre los techos, dando un brillo satinado, una pátina luminosa a las cosas más nimias, haciendolas relevantes, concediendoles una importancia teatral o destacando un palacio que por el día se revelaría como un edificio feo y vulgar".

Guillermo Cabrera Infante
La Habana para un infante difunto
(1978)

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Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
J. Martí