jueves, 25 de febrero de 2010

Un asunto sensible / ¿Un misterio revelado?

Más datos sobre el INTERESANTÍSIMO libro de Mguel Barroso, "Un asunto sensible"...
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¿UN MISTERIO REVELADO?
Por Rafael Rojas

El escritor español Miguel Barroso, autor de una novela negra de tema cubano, Amanecer con hormigas en la boca, ha escrito un libro fascinante sobre el caso de Marcos Armando Rodríguez (“Marquitos”), delator de cuatro jóvenes asaltantes de Palacio Presidencial, miembros del Directorio Revolucionario (Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado Rodríguez), muertos en combate con la policía de Batista el 20 de abril de 1957 en un edificio habanero.

Tras los sucesos de Humbodlt 7, Marquitos se refugió en la embajada de Brasil en la Habana y luego se exilió en México, durante todo el año 58. Al triunfo de la Revolución, regresó a la Habana y entre febrero y marzo fue detenido e investigado por la Seguridad del Estado, a propósito de la delación, pero puesto en libertad, marchando con una beca de estudios a Praga, donde también trabajó como agregado cultural.

Bajo la presión de importantes líderes del Directorio, como Faure Chomón y Guillermo Jiménez, el gobierno revolucionario, con apoyo de la policía checa, detuvo a Marquitos a principios de 1961. Al cabo de tres años de reclusión, en marzo de 1964, Marquitos fue sometido a juicio y, un mes después, fusilado por un crimen de traición cometido en el pasado. La ejecución del traidor fue un acto de justicia retroactiva en el contexto de la formación del partido único, entonces llamado Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), y las fuertes rivalidades entre los viejos comunistas, el Directorio y el Movimiento 26 de Julio.

Pero el caso Marquitos no es el tema central del libro de Barroso, publicado por Mondadori: su mayor interés reside en la reconstrucción del “caso Ordoqui”, derivado de aquel. Marquitos era miembro de la Juventud Socialista y los líderes del Directorio, conscientes de que los comunistas reprobaban sus métodos y habían pactado con Batista en el pasado, atribuían a la dirección del Partido Socialista Popular (PSP) responsabilidad en la delación de Marquitos y a dos de sus principales dirigentes, Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca, la protección y encubrimiento del delator.

Barroso demuestra que la acusación de Marquitos a propósito de que García Buchaca conocía la delación era falsa -de hecho, fue invalidada durante el juicio- aunque no descarta que los viejos comunistas intentaran proteger al joven. Demuestra también que, durante el juicio a Marquitos -¡marzo de 1964!- la embajada cubana en México comenzó a recibir información de la CIA relativa a que, mientras vivió exiliado en ese país, a fines de los 50, Joaquín Ordoqui, un comunista ortodoxo y leal a Moscú, intercambió información con los servicios de inteligencia norteamericanos.

A partir de esa documentación, elaborada en Langley, el gobierno revolucionario decidió, en otro acto de justicia retroactiva, condenar a Ordoqui a reclusión domiciliaria, bajo el cargo de “agente de la CIA”. El viejo comunista murió en 1973, preso en su casa, y hasta ahora la Habana no ha corregido públicamente aquella acusación. Barroso logró entrevistar a Philip Agge, el agente norteamericano que, tras desertar en 1968, recibió asilo en la Habana, donde murió en 2008, y cotejar las contradicciones de las dos primeras ediciones de su libro Inside the Company (1975), llegando a la conclusión de que el cargo de Ordoqui como agente fue fabricado por la propia CIA para dividir a la dirigencia revolucionaria.

Los líderes máximos de la isla decidieron aprovechar los casos de Marquitos y Ordoqui para golpear las cúpulas de dos de las tres principales organizaciones revolucionarias: el Directorio y el PSP. Desde octubre de 1962, las relaciones con la URSS se habían resentido por el pacto Kennedy-Jruchov y el sacrificio de Ordoqui podía servir para afirmar cierta autonomía frente a Moscú y, a la vez, limitar la influencia de la ortodoxia cultural que personificaba García Buchaca: dos demandas de las corrientes más liberales del liderazgo revolucionario.

Un asunto sensible es un libro apasionante, escrito como una ficción real, cuando su historia entraña una realidad ficticia. Sólo podría señalársele algún desequilibrio en las entrevistas y testimonios, ya que la versión de los hechos de personalidades del Directorio y el 26 de Julio no está tan bien plasmada como la de Ordoqui, García Buchaca y sus familiares ¿Por qué no entrevistó –o no pudo entrevistar- Barroso a Faure Chomón, Guillermo Jiménez o Alfredo Guevara, tres protagonistas vivos de aquella historia de crímenes y traiciones?
El misterio parece revelado, pero faltan algunos detalles.
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[Publicado en el Blog "Libros del crepúsculo", de Rafael Rojas]

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Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
J. Martí

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