lunes, 18 de octubre de 2010

Unas palabras de Antonio Álvarez Gil



EN VÍSPERAS DE MI VIAJE A MURCIA

Mañana realizaré un viaje que significa mucho para mí. Iré a España, concretamente a Murcia, donde recogeré el Premio Vargas Llosa de novela correspondiente a 2009 y, además, presentaré el libro que, a jucio del jurado que lo concedió, mereció recibir esa alta distinción. Cuando digo que significa mucho para mí no son meras palabras, ni deseos de expresar un sentimiento tan fuerte que a veces puede incluso producir dolor. La verdad es que he esperado mucho por este día, por la presentación de la obra y, por qué no reconocerlo, por el momento en que se haga realidad ese acto mágico para cualquier creador –yo diría que para cualquier persona en general- de recibir el reconocimiento de un colectivo humano por algo que se ha realizado con amor. En este caso, por una obra que ha sido construida palabra a palabra, poniéndole un empeño que en ocasiones parecía estar incluso por encima de mis posibilidades de escritor de novelas. Porque de no haber sido así –con una pasión sumamente difícil de sobrellevar- de qué otro modo habría podido enfrentar la aventura de recrear un segmento de la vida de uno de los grandes cubanos de todos los tiempos. José Raúl Capablanca es, con toda justicia, un mito entre la gente de mi pueblo y, en general, entre millones de aficionados al ajedrez a lo largo y ancho del mundo. Y como muchos de mis lectores saben, esta novela que presentaré pasado mañana trata, precisamente, sobre el momento tal vez más trascendental en la vida de Capablanca, que no fue un momento de gloria, sino todo lo contrario, es decir, de derrota, de su derrota ante Alexander Alekhine y su pérdida del título de campeón mundial de ajedrez.

Por una serie de razones que no viene al caso mencionar, he debido esperar un año para ver el libro publicado. De hecho, aún no lo he visto. Lo veré el miércoles, o quizás mañana, a mi llegada a Murcia. Y como ocurre con el nacimiento de un hijo, será un minuto muy especial para mí, un minuto lleno de significado, de satisfacción y de una felicidad imposible de describir en estas cortas líneas. Trataré de recordarlo muy bien para ver si soy capaz de referir algo de ello en este mismo espacio. Hasta entonces, pues.
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Publicado por Alvarez Gil en su blog.
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