martes, 23 de febrero de 2010

El cubano que rie

EL CUBANO QUE RÍE
Wilfredo Cancio Isla


La risa --como la música-- forma parte indisoluble de la cubanidad. Hijos del Caribe, gustosos de la expansividad y la alegría, cultores del chiste y la carcajada en las situaciones más inverosímiles, los cubanos han sido tradicionalmente vistos como un pueblo de buen humor.
Ramón Meza, el narrador más fecundo del siglo XIX cubano, testimonió como nadie el comportamiento hilarante del criollo frente a la burocracia española (la burocracia es una carga de mucha antigüedad en la isla), y dejó una de las frases más ilustrativas de nuestro pasado colonial: "Vivimos en un eterno sainete [...] cada día que pasa es una escena nueva''.

El cubano no dejó de reír en la República, a pesar de los males infecundos que arrastró el nacimiento de la nación independiente. El humor floreció en el teatro bufo, la sátira política, la comedia cinematográfica, los programas radiales y la televisión, como una fuerza vigorosa e indetenible, aun en períodos dictatoriales en que la censura se convirtió en acicate para burlarla.

La primera mitad del siglo XX se inscribe también en una etapa de florecimiento de la novela costumbrista, las publicaciones y los personajes humorísticos, y el surgimiento de un fenómeno sin precedentes que se llamó La Tremenda Corte, que llega hasta nuestros días con un hálito insuperable de ingenio y modernidad.

Alérgico al examen implacable de la risotada y la burla, el régimen de Fidel Castro comprendió muy pronto que su sobrevivencia dependía también de coartar el ejercicio del humor político y reducirlo a mera propaganda celebrativa. No sobrevivió Zig-Zag ni sobrevivieron tampoco los chistes más inofensivos que aludieran a los entresijos del poder. De ahí que a la altura de los años 80, era aún tema de discusión en selectos círculos de la dirigencia ideológica si se debía permitir que los medios de comunicación publicaran caricaturas del entonces enhiesto Comandante en Jefe.

Sin embargo, esa condición nata del ser cubano para crear el chiste y la salida humorística ante la adversidad ha prevalecido en el acontecer del país, burlando la suspicacia de funcionarios malhumorados. La historia demuestra que hasta en los más cerrados regímenes totalitarios, el humor ha logrado acomodarse y sortear las peores sequías de libertad.

Al cumplirse este 20 de Mayo el aniversario 107 del nacimiento de la República independiente, hemos querido rendir tributo al humor cubano, pilar de la idiosincrasia nacional. El presente suplemento reúne siete artículos que abordan diferentes aristas de la problemática humorística, desde el período republicano hasta momentos posteriores a 1959. Sin pretender agotar el tema, les proponemos esta lectura con el ánimo de hacerlos pensar en los motivos que nos han hecho --para siempre-- un país risueño, aunque muchas veces la risa quede trunca por el dolor y las lágrimas.

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