domingo, 21 de febrero de 2010

En recuerdo a Edardo Robreño (II)


"Cualquier tiempo pasado fue..."
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tod@s l@s amantes de la Cultura cubana, hoy me complace compartir con ustedes la referencia de este libro de uno de los más importantes cronistas de la sociedad cubana.
¡No se lo pierdan! ¡¡Pasen y lean!!

*[Nota: Tras la referencia bibliográfica podrán ver un obituario, publicado por el periódico "El Mundo", en junio del año 2001].



"CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE..."
Eduardo Robreño

Editorial Letras Cubanas
La Habana, Cuba.
Edición de Noviembre de 1978
214 páginas

"Cualquier tiempo pasado fue...", de Eduardo Robreño Deupy (La Habana 1911-2001), reune un grupo de crónicas de época -divididas en "Esquinas de La Habana" y "¿Qué pasó en Cuba?"- que en su mayoría aparecieron publicadas en la revistas "Bohemia" y "Verde Olivo" durante la década del 60.
Con estilo chispeante y pleno de gracia, su autor -abogado, teatrista, profesor, periodista; en fin, un conversador de nuestra cultura- nos trae con estas crónicas un muestrario de anécdotas, hechos históricos, fechas y personajes que forman parte de nuestra propia vida.
Buen conocedor de La Habana y sus rincones, así como de cuanto sea de interés para el pueblo, nos brinda, con el lenguaje espontáneo y ameno que lo caracteriza, una lectura refrescante, tanto para "los mayores" como para "los nuevos".
Eduardo Robreño Deupy fue Asesor del Grupo de Teatro Lírico "Gonzalo Roig", e investigador musical del Seminario de Música Popular.

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*En recuerdo de Eduardo Robreño.

MEMORIA DE LA INTRAHISTORIA CUBANA
Ángel Tomás González

El periodista y escritor Eduardo Robreño, fallecido a los 89 años el pasado domingo, pertenecía a una estirpe de cubanos que se están acabando. La singularidad de su generación era el criollismo, un modo de ser que disfrutaba del orgullo de exponer la identidad insular con el uso del ingenio y el humor. Robreño tenía esa marca generacional.
Gozaba de la conversación sazonada con picardía, irreverencia y una ironía delicada, casi imperceptible. Para el cubano de su época, dialogar sin premura y en compañía del humo azuleado de un habano, era uno de los dones de la vida. Para darle aún mayor placer a la conversación se le incorporaban las imprescindibles compañías de un trago de ron añejo y el típico buchito de café. Estos tres placeres inherentes a la cubanidad Robreño los llevó consigo a lo largo de su larga vida.

En tan placenteras conversaciones, se reconocía a menudo como un músico frustrado y un jugador de béisbol retirado por las luchas estudiantiles de los años 30. Solía decir que los mejores músicos cubanos habían sido Benny Moré y el Trío Matamoros, pero no desdeñaba la fecundidad de Lecuona o a la inolvidable Rita Montaner.

Había nacido en La Habana el 23 de septiembre de 1911 y fue un hombre de leyes hasta los 50 años, poco después de la Revolución cubana. En 1961 publicó su Historia del teatro popular cubano y desde entonces Robreño se dedicó a escribir. Su irrupción con ese libro no fue casual. Robreño procedía de una familia que había estado involucrada a la fundación del teatro vernáculo en la isla, un tipo de manifestación teatral que gozaba de mucha popularidad porque en la escena se satirizaban las costumbres de la sociedad y la situación política.

Desde 1961, el escritor habanero publicó varias recopilaciones de crónicas que retratan la Cuba del siglo XX con detalle: Cualquier tiempo pasado fue... (1978), Como me lo contaron, te lo cuento, (1981) y Como lo pienso, lo digo (1985).

En todos estos volúmenes, las anécdotas y sucesos de lo cotidiano permiten conocer un pasado que no se encuentra en los textos de la Historia académica. Robreño era un maestro en la intrahistoria, de un costumbrismo literario casi extinguido en la isla. Un ejemplo: «En la I Guerra Mundial lucharon algunos cubanos. Como botín, al final de la guerra, le dieron a la isla un carguero alemán rebautizado como Máximo Gómez, al cual el dictador convirtió en presidio. Allí metía a los extranjeros que delinquían. Una noche de 1926, un ciclón hizo que se tambaleara y el dictador Machado mandó tirar al agua a los emigrantes. Al día siguiente aparecieron todos flotando junto a la orilla».

Hace seis meses, le hablaba de sus deseos al periodista Pedro García en una entrevista publicada en el diario cubano Granma: «Si volviera a nacer me gustaría ser el primer bateador de la Universidad de La Habana y un barítono de ópera».

Eduardo Robreño, periodista y escritor cubano, nació en La Habana el 23 de septiembre de 1911, ciudad donde falleció el 24 de junio de 2001 a los 89 años.

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