jueves, 25 de febrero de 2010
Una entrevista a Roberto Ampuero
Una entrevista con el "padre literario de Cayetano Brulé"...
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...para recordar lo bien que me lo he pasado leyendo (¡devorando!) sus libros.
ROBERTO AMPUERO: EL CASO NERUDA
Armando de Armas
(Martí Noticias) - Roberto Ampuero, Valparaíso, Chile, 1953. Escritor, columnista y profesor universitario. Su primera novela, bajo el inquietante título de ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, fue publicada en 1993 y en ella da a conocer al personaje de un detective privado que aparece luego en obras posteriores, obteniendo con la misma el premio de la Revista libros de El Mercurio.
Desde entonces el detective ha vuelto a aparecer en cuatro novelas y retorna en la última, El caso Neruda. Ampuero, además, ha publicado una novela autobiográfica sobre sus años en Cuba bajo el título de Nuestros años verde olivo, 1999, y las novelas Los amantes de Estocolmo, distinguida como Libro del Año en Chile, 2003, y Pasiones Griegas, elegida en China Mejor Novela en Español, 2006.
Sus novelas han sido publicadas en América Latina y España, y ha sido por otro lado traducido al alemán, francés, inglés, italiano, chino, sueco, portugués, griego y croata. Ampuero reside actualmente en Iowa, donde ejerce de profesor en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Iowa. Fue columnista de La Tercera de Chile y del New York Times Syndicate, y desde marzo de 2009 es columnista del diario chileno El Mercurio.
Con motivo de su presencia en la ciudad de Miami invitado a presentar su novela El caso Neruda, Armando de Armas entrevistó a Roberto Ampuero en exclusiva para MartiNoticas.
MN. ¿Para nuestros lectores en Cuba, quién es Cayetano Brulé?
RA. CB es un detective cubano-chileno. Nació en La Habana y vive en el puerto de Valparaíso, investigando casos que lo llevan a recorrer el mundo. Tiene nostalgia por su isla, por la que sufre, pero también ha aprendido a amar a Chile, lejano lugar en el que se encuentra. Extraña el clima y las comidas de su tierra natal, aunque sabe cual es la realidad allá, y confía en que un día la isla será libre.
MN. ¿A qué se debe a su entender el auge del género detectivesco en esto que nombran postmodernidad?
RA. El género novelesco es la novela picaresca de la actualidad. Permite explorar el mundo actual y a la condición humana actual, permite explorar esas dimensiones de la mano de textos que tienen un Plot, atraen al lector y lo llevan a recorrer el mundo. No es fácil escribir novela policial, un género que hoy se estudia hasta en las universidades y que da cuenta como ninguno otro de la condición del hombre moderno.
MN. ¿Pudiera el género detectivesco terminar salvando al género todo, es decir a la novela como tal, en tiempos de Internet y virtualidad?
RA. El gran peligro que acecha a la novela es que se quede sin lectores. Una buena novela policial tiene que saber contar la historia, pero además debe cautivar a los lectores. El género policial le está prestando también muchas de sus técnicas y recursos a la novela a secas.
MN. Boleros en La Habana es otra novela suya que, evidentemente, está relacionada con la isla y por otro lado el mismo Brulé es de origen cubano. ¿Qué le vincula tanto a Cuba?
RA. Brulé nació en La Habana y por ello su nostalgia es cubana. Quisiera vivir un día allí, pero no es posible. Sin embargo, no pierde las esperanzas, como todo cubano bien nacido.
MN. ¿Hubo muchas mujeres en la vida de Neruda?
RA. Neruda fue un amante apasionado. Además, creía (ignoro si sólo era un buen pretexto) que para escribir gran poesía, tenía que estar apasionadamente enamorado. Eso lo llevaba a buscar amores que lo enloquecieran, que lo hicieran sentirse joven, deseoso y productivo. En mi novela El caso Neruda intento retratar esa dimensión amorosa de Neruda, que al final, cuando ya estaba cerca de los setenta y enfermo de cáncer, seguía, según recuerdan amigos de él, teniendo una relación con la sobrina de Matilde, su esposa, sobrina que tendría 30 años menos que él.
MN. ¿Qué piensa de la vinculación de Neruda con el movimiento comunista?
RA. Neruda fue un comunista a su manera, tal como Bertolt Brecht. Eran comunistas de partido, pero entre Moscú y París, se quedaban con París, entre Bucarest y Roma, se quedaba con Roma, entre Berlín Este y Frankfurt, prefería esta última ciudad. Neruda sabía la verdad, le gustaba vivir bien (cosa que es legítima), nunca soportó a Fidel Castro y desconfiaba de los caudillos. El estaba convencido de que para triunfar necesitaba el respaldo de un gran partido. Es obvio que uno hubiese esperado una actitud de otro tipo de Neruda en términos políticos, al menos un reconocimiento claro de que las cosas no eran como la ideología comunista las pintaba.
MN. ¿Por qué cree que un poeta que se ha vendido o le han vendido como un libertario podía, por un lado, cantar loas al ruso José Stalin y, por el otro, al cubano Fulgencio Batista, quienes no eran, precisamente, dechados de derechos?
RA. Neruda hizo lo que se suponía debía hacer un comunista. En verdad, se hizo comunista por influencia de Delia del Carril, mujer que lo convirtió en comunista, lo vinculó con el movimiento intelectual comunista europeo y lo transformó en un poeta no hermético, como lo fue en un comienzo. Apoyó a Stalin porque los PC del mundo, lo hacían. Apoyó a Batista porque los PC del mundo apoyaban entonces los frentes amplios de la época, nunca se atrevió a pedirle a los líderes soviéticos la libertad de intelectuales soviéticos presos. Su tensión con Fidel Castro (a quien vio solo una vez y nunca más quiso ver) es lo más cercano en Neruda a lo que realmente pensaba del comunismo en América Latina, algo que también explora mi novela El caso Neruda.
MN. ¿Cómo se relacionan en su nueva novela esos dos grandes de las letras que fueron Heberto Padilla y Pablo Neruda?
RA. Bueno, Cayetano Brulé, que tiene un encargo de Pablo Neruda (encontrar a la hija o hijo que al parecer tuvo 30 años antes con una amante mexicana), llega a La Habana en busca de la pista de esa mujer bellísima que Neruda conoció en México años antes.
Cayetano Brulé va a la casa de Heberto Padilla a pedirle cierta información. Brulé en esta novela pasa por La Habana y el Berlín Oriental de 1973.
MN. ¿Cómo valora en la distancia el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende?
RA. No se pueden hacer cambios radicales en ninguna sociedad con el 36% de los votos, que es lo que Allende obtuvo en la elección presidencial de 1970. Fue un gran error haber afectado la democracia chilena de esos años para crear una inspirada en los socialismos reales, que fueron barridos por sus pueblos en 1989.
MN. Por último, más allá de la bola de cristal: ¿Qué vislumbra en el futuro de Cuba?
RA. Quiero ver que los cubanos del exilio se unan porque creo que, por una razón biológica, ya queda muy poco al sistema castrista, que no podrá ser continuado una vez desaparecido los Castro. Y pienso que los cubanos ya le perdieron el temor a la dictadura y crecen las acciones opositoras de la población. Ningún dictador entrega ni un milímetro de poder si no es por la presión del pueblo. Creo que esa presión va en aumento, así como la paralización del liderazgo comunista en la isla. Isaiah Berlin decía que en un momento muy preciso, en dictaduras, "la gente deja de obedecer". Ese es el momento al cual nos acercamos, el mismo momento que de pronto tuvo lugar, 20 años atrás, en los países comunistas del Este, la gente dejó de obedecer y todo se derrumbó sin que nadie lo hubiese podido prever.
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Ser culto es el único modo de ser libre. Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
J. Martí
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